3 de noviembre de 2011

Ellas ya no bailan solas

por Lilly Morgan Vilaró*

Si bien es cierto que desde hace muchos años, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo han tenido en su lucha el apoyo de una gran mayoría del pueblo argentino, la condena a prisión perpetua de 12 represores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) ha oficializado, a través de la justicia, la caducidad del conocido tema de Sting, “Ellas bailan solas”. El hecho de que uno de los condenados sea el capitán de marina Alfredo Astiz, parece haber subrayado, simbólicamente, la certeza de que, de aquí en más, jamás volverán a bailar solas. El patético “Ángel de la muerte” fue el que se infiltró entre las rondas de los jueves de las Madres que, en plena dictadura, dejaron de lado sus miedos y salieron a reclamar por sus hijos desaparecidos. Se reunió con ellas, se ofreció a llevarlas a sus casas, las besó y abrazó. Al mismo tiempo iba marcando a la gente que participaba en las reuniones para que sus secuaces militares las secuestraran y luego asesinaran. A su vez fue protagonista del secuestro, tortura y muerte, de dos monjas francesas que participaban en las reuniones, y en el de una estudiante sueca que pasaba de casualidad por el lugar y salió corriendo cuando vio a un grupo de hombres armados vestidos de civil. Astiz le disparó por la espalda, la metió herida dentro del baúl de un auto y la llevó a la Esma. Según relatos de sobrevivientes, antes de morir, todas fueron torturadas personalmente por él. En su haber, también se le puede computar la desaparición y muerte de las Madres, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce. Como de muchas personas más que nunca sabremos quienes fueron. El simpático Alfredito saltó a la fama cuando su foto salió en toda la prensa internacional entregando su arma a los soldados ingleses en las Islas Georgias, durante la guerra de las Malvinas. Se rindió, de acuerdo a sus captores, sin disparar un solo tiro. Las madres lo reconocieron enseguida. Ellas, que tras su repentina ausencia de las reuniones, lo lloraban pensando que también había caído en las manos de los militares asesinos, se enteraron así de su real identidad. Astiz y sus otros colegas que también fueron condenados, no solo obedecían órdenes aberrantes, sino que además les ponían su cuota personal de crueldad y sadismo. Ahh, y también fueron condenados por robo. Es decir, los hombrecitos eran chorros comunes. Cosa que no pega mucho con esa imagen de heroicos servidores de la patria que luchaban contra un enemigo feroz y armado hasta los dientes. Se podría agregar, y por lo tanto lo agrego, que eran unos cobardes. Ya que su heroica lucha fue, mayormente, contra mujeres inofensivas, cuya única peligrosidad consistía en dar vueltas todos los jueves, alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo reclamando saber sobre el paradero de sus hijos. Y cuando se enfrentaron a Montoneros o integrantes del ERP que sí habían protagonizado una lucha armada, por lo general lo hacían cuando estos estaban atados a una mesa de tortura. La mayoría de los desaparecidos en Argentina fueron secuestrados de sus casas, ya sea en operativos nocturnos o a plena luz del día. Muchos pertenecían al grupo Montoneros o al ERP. Pero un gran porcentaje no pertenecía a ningún grupo armado. Eran solo familiares o amigos de alguien que lo era. O simplemente estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada. Lo que no es una equivocación, sino un gran acierto, es la llegada de la justicia. Tardó mucho. Pero llegó. Para que las Madres y Abuelas no bailen nunca más solas. Falta mucho aún, pero es un buen comienzo. En donde al parecer no faltará tampoco mucho en suceder lo mismo, es en Uruguay. Después de una ley aberrante, un referéndum y un plebiscito mal hechos, el parlamento uruguayo votó a favor de derogar la ley de caducidad o punto final. O el no se qué interpretativo. Es decir, probablemente los tecnicismos legales sean mucho más complicados de lo que yo estoy diciendo. De eso se encargarán los expertos en corregir y/o criticar lo que escribo. La cuestión es que se ha despejado el camino para que nuestros adorables militares golpistas, torturadores y asesinos, puedan ser juzgados como manda la ley. Y por supuesto se ha armado un despelote bárbaro. Por parte de los militares, por supuesto. Y por parte de muchos civiles también, por supuest…ehhh… ¿por supuesto? No entiendo el por qué, pero muchos políticos integrantes del partido Colorado y del Blanco, están que trinan. Muchos de los partidarios de ambos partidos se están partiendo el alma y la voz para expresar su disconformidad. (Perdón, no pude resistir la tentación…partidos, partidarios, partiendo… ¿lo agarran?) Disconformidad con el hecho de aplicar la ley contra los culpables de delitos de lesa humanidad. Entre los que se oponen está el líder del partido Colorado, que a su vez está proponiendo juntar firmas para lograr bajar la edad de imputabilidad de los menores, para que puedan ser juzgados como mayores. Pedro. Sí. Así se llama. Pedro Bordaberry. Bueno, de él no me asombra. Al fin y al cabo, es una cuestión casi familiar. Sí me asombra de los Blancos. No demasiado. Pero me asombra. Porque tuve amigos de ese partido. Que casualmente no tengo más porque fueron asesinados por las fuerzas conjuntas uruguayas y argentinas a través del plan Cóndor. ¿Quién dice que los uruguayos y argentinos no nos podemos llevar bien? ¿Qué no somos como hermanos? Eeh? Uups...me olvidé. (Perdón Mr.T.) Bueno. La cuestión es que el paisito ha decidido bailar al compás de la justicia y la legalidad. Para poder mirar al mundo sin tener que bajar los ojos con vergüenza. Pero más que nada, para que los familiares de los presos, torturados y desaparecidos uruguayos, y los sobrevivientes de las cárceles del horror, no bailen solos.

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* La autora es periodista, nacida en Argentina, con amplia trayectoria en radio, televisión y gráfica. Trabajó para BBC de Londres y Naciones Unidas, entre otros importantes medios de comunicación. Es autora del libro "¡Ay mama!, tenés cáncer" (Editorial Santillana, 2008). Actualmente vive en Rocha, Uruguay.

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