28 de febrero de 2011

En el nombre de la democracia…



por Lilly Morgan Vilaró | Fotos de la Red Social Eskup

El gobierno de los Estados Unidos le ha casi ordenado al líder libio Omar Kadafhy que abandone el país. Tal vez debería de sacar el casi. “Es hora de que se vaya del país”. Si. Le saco el casi. Me pregunto qué pasaría si fuese al revés. Digamos que un gobernante de cualquier país le ordenase públicamente a Barack Obama que se fuese de la Casa Blanca y se exiliara, por ejemplo, en Gran Bretaña. Por el descontento de la derecha republicana que se está manifestando en sus “tea parties” (reuniones de té) contra las medidas políticas del presidente demócrata. Me imagino al pueblo estadounidense indignado por tal osadía. Al presidente, rasgándose las vestiduras y diciendo que no se toleraría semejante injerencia en los asuntos internos de su país. A los mismos republicanos saliendo a las calles armados hasta los dientes para defender a Obama. ¿Un poco exagerada la comparación? ¿No se puede comparar una cosa con la otra? OK. Lo acepto. ¿Qué pasaría si un país iniciase un bloqueo económico y presionase al resto de sus aliados y subordinados a hacer lo mismo, solo porque no le gusta el gobierno de USA? ¿Si entrenase, pertrechase y enviase una invasión por las playas de Miami para derrocarlo? O si fomentase y solventase una huelga de camioneros que paralizaría al gran país del norte, provocando un descontento popular, para luego apoyar (u ordenar) un golpe militar sangriento que incluiría el asesinato del presidente electo democráticamente en la propia Casa Blanca. Solo porque no le gustase la ideología socialista de ese teórico presidente norteamericano.


Uno de los hijos de Kadafhy le dijo a la CNN que nadie quería muertos entre su propia gente. Pero agregó que el problema era que los manifestantes anti su papá, estaban armados. “¿Qué pasaría-le preguntó al periodista- si eso ocurriese en Usa? ¿Qué haría el gobierno en ese caso?”. Me puse a recordar. Cuando un loquito que decía ser la reencarnación de Jesús se atrincheró con sus seguidores en una casa y ofreció resistencia armada a su detención, las fuerzas especiales atacaron el lugar sin asco. En la represión murieron 300 personas. Incluyendo un gran número de mujeres y niños. Amén del Jesucristo reencarnado. Cuando el presidente Ronald Reagan sospechó que desde la Libia del líder revolucionario Kadafhy se estaban entrenando terroristas para atacar a USA, ordenó un raid aéreo con cazas que tiraron bombas sobre dos ciudades en donde pensaban que dormía Omar. Si. El ataque fue nocturno y sin aviso. Murieron cientos de ciudadanos civiles inocentes. Kadafhy obviamente no. Parece ser que estaba en uno de sus retiros espirituales en el medio del desierto. George W. Bush, convenientemente convencido que detrás del ataque de las torres gemelas de Wall Street estaba Sadam Hussein, ordenó la invasión a Irak. Murieron miles de ciudadanos iraquíes. Luego, ya que estaba, y como la excusa de las torres se desmoronó, tanto como la de derrocar a Sadam porque tenía armas nucleares y químicas, decidió que seguiría invadiendo al país para instaurar una democracia. Siguieron muriendo iraquíes a lo pavo. Y finalmente Usa y el resto de la pandilla se retiraron, dejando un país en escombros y con una violencia interna que se sigue cobrando vidas inocentes todos los días. Bueno. Ya me di cuenta sobre cual sería la respuesta a la pregunta del hijo de Kadafhy: “¿Qué haría el gobierno norteamericano si enfrentase una manifestación de opositores armados?” Tanto dentro del mismo territorio, como en ajenos. No creo sea necesario buscar más ejemplos. Pero hay un montón por si alguien se quedó con la duda.


Aclaro que no estoy defendiendo a Kadafhy. Es muy difícil, diría imposible, defender a un gobernante que sale al balcón a arengar a sus seguidores diciendo: - “Los que no me quieren merecen morir.”- Una cosa es defender a su gobierno. Otra es irse al carajo. Que como todo el mundo sabe, es la punta más alta del mástil de un velero. Adonde hay una especie de tarima en donde el pobre grumete se la pasaba horas muerto de frío, antes de poder decir: “Monte vide eu” y poder bajar a tomarse una taza de chocolate caliente, y pasar a los libros de historia uruguaya. Señalo esto para que no sigan diciendo que soy una mal hablada. Pero volviendo a Libia. Es tan confusa la información que sale desde allí, que no creo nadie pueda realmente dar una versión verdadera de la cosa. Ahora pudo entrar la CNN. Primero por la parte del país que está en manos de los anti Kadafhy. Los llevaron a ver a unos prisioneros que supuestamente eran los mercenarios contratados por Omar para masacrar a su pueblo. Los acusados dijeron ser libios. Antes de que pudieran decir algo más, los anti se llevaron a la periodista a otra celda. Ahí había otros prisioneros. Estos apenas pudieron decir que eran de Ghana. Y que estaban trabajando en el país como lo hacen miles de extranjeros. Que no tenían nada que ver con ser mercenarios. Ahí mismito otra vez los anfitriones decidieron cortar la entrevista. Parece que la libertad de prensa era permitida para mostrar a los anti Kadafhy bailando y celebrando, con armas en la mano, la liberación del déspota. Para mostrar otra cosa, no tanto. ¡Y por supuesto que hay libios que no están de acuerdo con el gran líder! No lo pongo en duda. Luego Kadafhy se dio cuenta que su negativa a permitir la entrada (o existencia) de la prensa extranjera estaba jugando en su contra. E invitó a la CNN, ya que estaba ahí nomás, a que viniera a Trípoli y hasta el hijo le dio una entrevista exclusiva a la cadena norteamericana. En donde admitió errores en el manejo de la crisis. Sip. Decir que quien no me quiere merece morir, es definitivamente un error garrafal. Si lo calificase diplomáticamente, diría que fue una frase poco feliz. Sobretodo si esa expresión se traduce en acción. Kadafhy hijo también dijo que ya están negociando con líderes de las ciudades tomadas por la oposición. No creo que eso le interese demasiado a Usa. Ellos quieren que Kadafhy y flía se vayan antes de que se logre un acuerdo político interno. Tampoco creo que cuando Obama arengó a los pueblos árabes que se rebelasen contra sus opresores, tuviese específicamente a Libia en la mira. Después de todo, Omar se había convertido en un malo pero no tanto. O sea, un poquito malo. Con un país muy rico. Tenían relaciones diplomáticas con sus respectivas embajadas en ambos países. Omar hasta se había comprado una casita en New Jersey. Pero me imagino que no pudieron resistir la tentación. Si bien el “luchen por sus derechos y por una democracia” estaba más bien dirigido a los iraníes, por qué no aprovechar la volada. Sobretodo porque además distrae la atención de otros países de la región cuyos ciudadanos se hicieron eco de la llamada democratizadora obamense. Digamos, del Grito de Asencio. Distrae del hecho de que la policía egipcia acaba de reprimir sin asco a los manifestantes que siguen en la plaza de Tahrir. Que no entienden que ya está. Se fue Mubarak. Ahora calladitos a su casa. O de lo que sigue pasando en Yemen. O en Túnez. O en Bahrain. Que tuvo que suspender su famosa carrera de autos. La guita que se perdieron. Los de adentro y los de afuera. Eso no estaba previsto en este tsunami liberador regional. Y de paso nadie sabe que está pasando en Jordania. Ni mucho menos en Arabia Saudita. Cuanto más ruido salga de Libia, más tiempo tendrán los integrantes carcamanes de la dinastía real saudí de hacer unos arreglos cosmetológicos para calmar a los descontentos ciudadanos. Sabemos por encimita que algo huele mal en la Costa de Marfil. Y en Algeria. Y en Marruecos. Pero cuanto más estemos mirando a Libia, todo eso se podrá arreglar a conveniencia de las grandes potencias. Que estarán prendiendo velas, y sospecho alguna que otra cosa más efectiva, para que Irán sea la próxima Libia. En cuanto a Kadafhy: habría que pedirle al rey Juan Carlos que lo llame por teléfono y le suelte su famoso: “¿Pero por qué no te callas?” Y dejar que la segunda línea y/o generación política, oficial y opositora, del país, arregle sus discrepancias sin injerencias externas.

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La autora es periodista, nacida en Argentina, con amplia trayectoria en radio, televisión y gráfica. Trabajó para BBC de Londres y Naciones Unidas, entre otros. Es autora del libro "¡Ay mama!, tenés cáncer" (Editorial Santillana, 2008) Actualmente vive en Rocha, Uruguay.

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